domingo, 26 de julio de 2009

No al golpe en Honduras

Nota extraida del Periódico Hoy 1274

La oligarquía proyanqui vuelve por sus fueros


Honduras: golpe de Estado y resistencia

Golpe oligárquico contra el gobierno constitucional de Zelaya. Represión fascista y resistencia popular. ¿Globo de ensayo proyanqui contra procesos reformistas y revolucionarios de América Latina?

Aislada mundialmente y repudiada por la mayoría del pueblo hondureño, pero sentada sobre los tanques del Ejército, las togas de la Corte Suprema y los monopolios de prensa, la dictadura oligárquica golpista instaurada en Honduras el domingo 28 de junio sigue en pie. La Corte Suprema y el Congreso santificaron el golpe que expulsó del gobierno y arrojó al exilio al presidente constitucional Manuel Zelaya, legitimando su destitución en nombre de la "Constitución" y designando en su lugar al jefe del Parlamento Roberto Micheletti, popularmente bautizado como "Pinocheletti" y "Goriletti". Varios anuncios de retorno y un intento de aterrizaje de Zelaya se frustraron. La situación hondureña bordea la guerra civil. Grandes manifestaciones populares repudiaron el golpe de Estado pese a la brutal represión con gases y balazos. Los sectores oligárquicos –mayoritarios en los partidos, en el Parlamento y en el aparato estatal– organizaron también concentraciones para disfrazar el golpe con un barniz de popularidad, mientras el régimen dictatorial allanaba masivamente las casas de dirigentes sociales y amenazaba reprimir con "grupos especiales" el posible levantamiento popular. Responsabilizando a Zelaya de los muertos ya provocados, los golpistas batían el parche sobre la supuesta injerencia de Cuba y Venezuela para justificar la represión sangrienta. La OEA suspendió la pertenencia de Honduras al organismo y, con ello, los créditos del BID. El gran empresariado hondureño, que celebró el golpe cívico-militar, ahora se preocupa por la posible exclusión de Honduras de la asociación comercial que negocian la Unión Europea y América Central.

Oligarquía alarmada Desde su asunción a principios de 2006 Zelaya tomó distancia de los sectores políticos y sociales que habían ayudado a encumbrarlo –incluidos los de su propio partido Liberal–, con algunas políticas sociales, fuertes medidas contra la corrupción de políticos ligados al Estado, y planes de reconversión civil de la base militar norteamericana de Palmerola. Las fuerzas oligárquicas pro-yanquis le respondieron desatando el terrorismo mediático contra el plebiscito a realizarse el mismo 28 de junio impulsado por el presidente hondureño para convocar a una Asamblea Constituyente. El miércoles 24 Zelaya había destituido al general Romeo Vásquez –alumno en otro tiempo de la Escuela de las Américas, famosa academia de terroristas, torturadores y golpistas al servicio del imperialismo yanqui–, por haberse negado a distribuir el material para esa consulta. La Corte Suprema dio prácticamente la señal del golpe al ordenar la restitución del comandante del Ejército, luego protagonista principal del "putsch" cívico-militar. La Iglesia hondureña se alineó con los golpistas y sostuvo desvergonzadamente que "las instituciones del Estado democrático están en vigencia y de acuerdo a la Constitución".

¿Hacia la guerra civil? Los países latinoamericanos respaldaron con rara unanimidad al gobierno constitucional de Zelaya. Los países del ALBA y otros retiraron sus embajadores. Se anuncian sanciones económicas contra el régimen golpista. El gobierno norteamericano de Obama masculló una condena más que ambigua. Es el mismo gobierno cuyas fuerzas de ocupación llevan a cabo en estos días una brutal ofensiva contra la resistencia afgana. Chávez lo acusó de tibio: "¿Qué dirá el gobierno de Estados Unidos?-, denunció. -Anda blandengue, sí y no. Defínete, chico: ¡o eres molusco o eres calamar!". Sobre el final del ultimátum de tres días dado el miércoles 1º de julio por la OEA para reponer a Zelaya en la presidencia, el secretario general del organismo, José Miguel Insulza, viajó a Tegucigalpa para presionar al seudo-gobierno de Micheletti. La Corte Suprema rechazó todos sus reclamos. Las fuerzas populares se manifiestan decididas, y distintas organizaciones sociales esperaron masivamente a Zelaya en su intento de retorno. Pero también las fuerzas oligárquicas y sus esbirros en las Fuerzas Armadas y represivas se preparan para aplastar al pueblo con una masacre. Los pueblos latinoamericanos deben alzar su puño solidario con el pueblo hondureño. ¡Abajo el golpe oligárquico, fascista y proimperialista!

--------------------------------------------------------------

¿Quieren “retomar el control” en América Latina? La mano de los yanquis

Funcionarios del Departamento de Estado norteamericano habrían estado en "conversaciones" con los golpistas desde hace un mes. Fracasado el golpe de abril de 2002 contra Chávez; frustrados hasta ahora los planes del separatismo fascista del oriente boliviano; en medio de la gran oleada antiimperialista y revolucionaria que en los últimos años abrió paso en América Latina a procesos reformistas y antiyanquis en Venezuela, Bolivia y Ecuador, a otros aliados a ellos como los de Nicaragua y Honduras, y a gobiernos afines a imperialismos rivales de los yanquis, muchos indicios hacen suponer que sectores "duros" del imperialismo yanqui (dentro y fuera del gobierno de Obama) movieron los hilos del golpe en Honduras, uno de los países que regularmente recibe "ayuda" norteamericana y, con sus 7 millones de habitantes, uno de los más empobrecidos de América Latina. Los yanquis mantienen en el país la gran base militar de Soto Cano (Palmerola), a menos de 100 kilómetros de la capital Tegucigalpa, con 600 marines, aviones y helicópteros de combate y equipos de inteligencia. Zelaya tendría la intención de transformarla en un aeropuerto civil. La zona es estratégica como vía de tránsito entre el sur y el norte de América y entre los océanos Atlántico y Pacífico, y como puesto de control sobre Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y la propia Honduras.

Nota extraida del Periódico Hoy 1276
Estado de sitio, cortes de ruta y marchas contra la dictadura
Honduras: ¿hacia una insurrección popular?
La “mediación” iniciada en Honduras por el presidente de Costa Rica Oscar Arias, nació muerta. Para las fuerzas democráticas y populares el plan de Arias –probablemente elaborado a instancias del Departamento de Estado yanqui– entre representantes del derrocado presidente Manuel Zelaya y la dictadura oligárquica instaurada por Roberto Micheletti, era obviamente inaceptable, no sólo porque pretendía “mediar” con los golpistas que violaron brutal y burdamente hasta las recortadas libertades de la democracia burguesa, sino porque pretendía que Zelaya formara un “gobierno de unidad nacional” con los golpistas herederos de las dictaduras proyanquis que asolaron a la nación hondureña. Al cierre de esta edición de hoy el lunes 20, crecía la tensión por el prometido retorno de Zelaya y por los preparativos militares de la dictadura para detenerlo y reprimir las seguras manifestaciones populares. También se organizaba el paro nacional programado por el Frente Nacional de Resistencia contra el Golpe de Estado para el jueves y viernes 23 y 24. Durante varios días de la semana anterior, distintas organizaciones sociales y sindicales realizaron bloqueos de rutas, puentes y aduanas en las fronteras con Guatemala, El Salvador y Nicaragua, en repudio a Micheletti y por el restitución de la presidencia a Manuel Zelaya. Pese a la intimidación policial y la reinstalación del estado de sitio, fueron cortadas las rutas que unen a la capital Tegucigalpa con San Pedro Sula y con el sur del país, vías estratégicas para el transporte de productos y mercancías. Los estudiantes mantenían tomada la Universidad Pedagógica Francisco Morazán, la Universidad Nacional Autónoma de Honduras y colegios secundarios. Las marchas de rechazo al golpe del 28 de junio son diarias. Los sectores reformistas que apoyan a Zelaya quieren encarrilar al movimiento popular en el objetivo de desestabilizar al régimen golpista con cortes de ruta, toma de puentes, marchas y bloqueo de ciudades. Pero la creciente represión y militarización del país por la dictadura puede empujar al pueblo hondureño a una insurrección democrática y antiimperialista generalizada, que desde ya mismo requiere la solidaridad activa de los pueblos latinoamericanos.