sábado, 15 de noviembre de 2008

Resolución del Consejo Nacional de Centros de la FUA (1968)

La dictadura de Onganía tenía un polvorín bajo sus pies. Estudiantes y obreros venían avanzando en la práctica de la unidad obrero-estudiantil. El 14 de junio los estudiantes realizaron un paro muy grande que abarcó todo el país, lanzado desde la dirección de la FUA. El mundo temblaba con el ejemplo del Che, de las luchas de liberación nacional del Tercer Mundo, Vietnam, el Mayo Francés y la Revolución Cultural China. En noviembre de 1968 se reunió el Consejo Nacional de Centros de la FUA, en forma clandestina en Mar del Plata. Al año siguiente se produciría el Cordobazo.

Resolución del Consejo Nacional de Centros de la Federación Universitaria Argentina (1968)

Hoy día aparecen distintas teorías del intervensionismo, sobre el camino a seguir; sin embargo, nos parece que sigue siendo dominante a nivel nacional la política de reducción de la población universitaria para reorientarla tras los planes educacionales del gran empresariado y el imperialismo, y para ello la acentuación de la represión ante los hechos de lucha estudiantiles.

Uno de los aspectos esenciales de la política intervencionista, un aspecto que se torna indispensable para que ellos puedan avanzar, es el de lograr un estudiantado entregado, sujeto pasivo de sus planes, con mentalidad genuflexa. Ellos necesitan un estudiantado que desde su ingreso se entregue como materia prima para ser moldeado como futuro tornillo del engranaje empresario e imperialista. A lo sumo un tornillo con cierta jerarquización y unos pocos pesos más por mes que un trabajador no especializado. Y desde ya también, materia pasiva para los planes más generales del país, en su vida política, etc.

Pero tales planes no responden a los intereses de nuestro pueblo sino a los de una ínfima minoría que lucra con el trabajo de la gran mayoría de los argentinos. Esa Universidad no es la que necesita construir nuestro pueblo, que por otra parte solo podrá concretarla en forma definitiva a partir de realizar cambios de fondo en lo político, en lo económico y en lo social. A esa Universidad de los monopolios y el imperialismo, le oponemos la Universidad del pueblo liberado, la Universidad que en su estructura, contenido y composición tenga una sola meta, la de contribuir al desarrollo de una sociedad popular sin dependencia extranjera ni minorías usufructuarias. A la Universidad elitizada y con el estudiantado como sujeto pasivo le oponemos la Universidad del pueblo liberado con incidencia protagónica estudiantil.

Protagonismo que tiene historia y tendrá mayor futuro de lucha y de franca construcción tras el triunfo del pueblo sobre sus enemigos. Rol que no podemos abandonar a partir de haber sido suprimidas diversas conquistas como el cogobierno y la autonomía. Máxime en momentos en que el intervensionismo, consciente de que no ha podido liquidar al movimiento estudiantil y a la FUA como fuerza, se plantea la fórmula del "participacionismo" estudiantil. O sea un sujeto que parezca activo pero que sea pasivo y cómplice de la política intervensionista.

La incidencia estudiantil en la Universidad irrumpe con fuerza en 1918 en Córdoba y hoy transita el continente y varios países del mundo; no la podrá liquidar la dictadura con decretos y leyes. Claro que hoy el protagonismo es objeto e instrumento de nuevo contenidos liberadores universitarios y generales, distintos a los que fueron los marcos de la reforma de 1918. Incluyendo aquellos postulados del 18 aún vigentes, emergen hoy los principios de una nueva Universidad, la Universidad del pueblo liberado, por la que tenemos que luchar desde ya como parte como programática de la liberación social y nacional del pueblo argentino. No se trata de negar lo progresivo del hecho histórico del 18, pero tampoco postular la vuelta a una etapa que hoy la realidad nos impone como superada. Se trata de integrar la nueva realidad socioeconómica y cultural en los marcos de la liberación social y cultural del pueblo.

Y será tarea desplegada, sin trabas que impidan su concreción definitiva y creadora, cuando se concrete la emancipación social y nacional y la derrota de los equipos de la minoría dominante como la actual dictadura de Onganía. Por ello es que el movimiento estudiantil debe oponer su orientación en cada practica, en cada programa de estudio, en cada concurso, en torno a la estructuración universitaria, a la permanencia de la política en las aulas, en torno a la problemática que aqueja al pueblo argentino y batir así mismo la teoría del "sujeto pasivo" a través de la actividad masiva, con decisión de victoria y con una organización consecuente con tales postulados. Oponer simplemente objetivos de "reconquista democrática" a quienes nos imponen un plan global, es no comprender la etapa que vive el país; demás esta aclarar que entendemos lo democrático integrado en lo liberador. Y oponer sólo consignas políticas generales al intervensionismo es no comprender el carácter de la contradicción que afecta a la sociedad argentina, es regalarle a la reacción el campo de batalla en el que deben procesar a miles de estudiantes hacia la conjunción de esfuerzos con los trabajadores y el pueblo tras los postulados de una universidad nueva, creadora, del pueblo y a su entero servicio, integrante de las pautas programáticas de una verdadera revolución argentina. Esta es nuestra programática de lucha en la Universidad argentina de 1968. A 50 años del estallido reformista nos proponemos nuevos contenidos universitarios y generales; ningún Astigueta, ningún decreto o estatuto vertical nos impedirá concebir y luchar por imponer una Universidad con un movimiento estudiantil activo y protagónico, que parte de los nuevos enfoques nacionales, latinoamericanos y mundiales.


Extractos, informe complementario rendido 
por la Junta Ejecutiva de la FUA ante el Consejo Nacional de Centros. 
Noviembre de 1968.